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El corazón de un brujo
Xoisán Miér Jul 24, 2013 1:48 pm
Estoy vivo. Santo Arcángel, sigo vivo.
No erraba el poeta: “aunque atraviese senderos oscuros nada temo, pues Sus alas me envuelven”. Él me ha salvado. Él frenó mi caída con Su mano. Él aún tiene planes para mí. Y yo… ¡Yo estuve muerto!
Sí… Todavía conservo los recuerdos. Destellan entre las engañosas nieblas de mi obnubilación como heraldos de un funesto destino. El frío del cuchillo en la piel, su helor voraz. Pero Él me salvó. Yo tuve fe y mi plegaria fue atendida (¡bendito sea Aquel Sin Imposibles!).
Mi vida ahora es Suya, pues Él me la ha dado. Estuve muerto y Él me salvó. Y yo besé el suelo sagrado desde el que había tendido Su mano a Su siervo. Mi vida es ahora más grande que yo mismo. Mi vida es ahora Suya (¡gloria al Dispensador de Dones!).
Yo besé el suelo sagrado y sentí en mis labios Su presencia. Él estuvo a mi lado en la asunción y la huida. Protegió mi aliento del cuchillo y mi espalda de los dardos. Cegó los ojos de mis hermanos y dio fuerzas a mis piernas. Soy proscrito en tierra propia mas jamás iré solo, pues Él camina a mi lado (¡loado sea el Gran Guía!).
Grande fue mi sacrificio y grande cuanto estoy dispuesto a hacer. Pese a no dejar atrás salvo desprecio, avanzaré confiado, pues Sus huellas me guían. Él me sacó del templo y de la selva y me condujo hasta este barco. También aquí hallo desprecio. Y temor. Me ven solo ahora, pero yo sé que no lo estoy. Él me cuida mientras duermo y aleja la ira de los malhechores (¡miles de alabanzas a El Que Rige las Naciones!).
Tarde o temprano el navío se echará al mar. No sé qué será de mí entonces. Desconozco mi destino pero tengo fe. Ya tuve fe con anterioridad. Yo tuve fe y mi plegaria fue atendida. Él frenó mi caída con su mano. Mi vida es ahora Suya.
Estoy vivo. Santo Arcángel, sigo vivo.
No erraba el poeta: “aunque atraviese senderos oscuros nada temo, pues Sus alas me envuelven”. Él me ha salvado. Él frenó mi caída con Su mano. Él aún tiene planes para mí. Y yo… ¡Yo estuve muerto!
Sí… Todavía conservo los recuerdos. Destellan entre las engañosas nieblas de mi obnubilación como heraldos de un funesto destino. El frío del cuchillo en la piel, su helor voraz. Pero Él me salvó. Yo tuve fe y mi plegaria fue atendida (¡bendito sea Aquel Sin Imposibles!).
Mi vida ahora es Suya, pues Él me la ha dado. Estuve muerto y Él me salvó. Y yo besé el suelo sagrado desde el que había tendido Su mano a Su siervo. Mi vida es ahora más grande que yo mismo. Mi vida es ahora Suya (¡gloria al Dispensador de Dones!).
Yo besé el suelo sagrado y sentí en mis labios Su presencia. Él estuvo a mi lado en la asunción y la huida. Protegió mi aliento del cuchillo y mi espalda de los dardos. Cegó los ojos de mis hermanos y dio fuerzas a mis piernas. Soy proscrito en tierra propia mas jamás iré solo, pues Él camina a mi lado (¡loado sea el Gran Guía!).
Grande fue mi sacrificio y grande cuanto estoy dispuesto a hacer. Pese a no dejar atrás salvo desprecio, avanzaré confiado, pues Sus huellas me guían. Él me sacó del templo y de la selva y me condujo hasta este barco. También aquí hallo desprecio. Y temor. Me ven solo ahora, pero yo sé que no lo estoy. Él me cuida mientras duermo y aleja la ira de los malhechores (¡miles de alabanzas a El Que Rige las Naciones!).
Tarde o temprano el navío se echará al mar. No sé qué será de mí entonces. Desconozco mi destino pero tengo fe. Ya tuve fe con anterioridad. Yo tuve fe y mi plegaria fue atendida. Él frenó mi caída con su mano. Mi vida es ahora Suya.
Estoy vivo. Santo Arcángel, sigo vivo.
Última edición por Xoisán el Miér Jul 24, 2013 4:36 pm, editado 1 vez
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Re: El corazón de un brujo
Xoisán Miér Jul 24, 2013 4:35 pm
No sé qué pensar de aquella gente: el pirata, la tiznada, el animal, el noble del Oeste… El niño (¿qué hará ahí?). Pese a haberles observado desde lejos no he podido averiguar nuestro destino. Tampoco quiero entablar contacto con ellos todavía, creo que me limitaré a dejar el barco cuando atraquemos. Él dispondrá. A Sus manos me confío.
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Gran verdad es que nada sucede sin formar para te un plan mayor. Su Gran Plan. ¿Quién me hubiera dicho a mí que esos extranjeros habrían de ser Sus elegidos? ¿Y yo? También a mí me cubren sus obsequios… Él me insufló una vida nueva y ahora me cubre de regalos. ¿Podré llegar alguna vez a pagarle cuanto le debo? Confío en que disponga de esta vida en préstamo de la manera en que mejor pueda servirle.
No tengo motivos para desconfiar de los demás ahora que sé que sirven al Señor. Mitra. Tariq. Kiel. No debo olvidarlo. Él nos ha reunido y yo no soy quién para cuestionar Sus decisiones. Sus huellas me guían.
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He aquí que ya tengo mi sagrada misión: obtener un tocado santo para mayor gloria del Arcángel. El hecho de que esté en posesión de un cacique hereje es meramente circunstancial. Ya lo dijo el poeta: “Su mano hará caer a los reyes de sus tronos y los reducirá hasta el polvo. Y del polvo hará surgir a nuevos reyes, que temerán sus obras y palabras. Y los conducirá hasta la victoria”. Mi corazón no conoce la duda: el cacique caerá.
Creo que el viejo mencionó ciertas tribus en el valle. ¿Serán ellas Su instrumento?
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Pese al convencimiento de que todo cuanto hacemos cumple con Su voluntad, la turbación ha hecho su nido en mi pecho. Hemos otorgado un ejército al Arcángel pero cuán miser---
¡Necio! ¿Quién soy yo para poner en duda Sus designios? ¡Reprime ese intempestivo pensamiento y no te atrevas a intentar comprender con tu limitado intelecto la vastedad de su planificación!
“Aunque atraviese senderos oscuros nada temo, pues Sus alas me envuelven”.
La bestia está muerta ahora, y yo debo descansar. La Divinidad me dio elocuencia en la negociación y coraje en la batalla. Me alegra haber servido a Sus propósitos. Es todo cuanto necesito.
“Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que Yo soy el Señor, cuando diere Mi venganza en ellos”.
Pronto hablaremos de nuevo con los pieles-verdes y conoceremos el destino que se les tiene reservado.
Mis compañeros mostraron valor.
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Gran verdad es que nada sucede sin formar para te un plan mayor. Su Gran Plan. ¿Quién me hubiera dicho a mí que esos extranjeros habrían de ser Sus elegidos? ¿Y yo? También a mí me cubren sus obsequios… Él me insufló una vida nueva y ahora me cubre de regalos. ¿Podré llegar alguna vez a pagarle cuanto le debo? Confío en que disponga de esta vida en préstamo de la manera en que mejor pueda servirle.
No tengo motivos para desconfiar de los demás ahora que sé que sirven al Señor. Mitra. Tariq. Kiel. No debo olvidarlo. Él nos ha reunido y yo no soy quién para cuestionar Sus decisiones. Sus huellas me guían.
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He aquí que ya tengo mi sagrada misión: obtener un tocado santo para mayor gloria del Arcángel. El hecho de que esté en posesión de un cacique hereje es meramente circunstancial. Ya lo dijo el poeta: “Su mano hará caer a los reyes de sus tronos y los reducirá hasta el polvo. Y del polvo hará surgir a nuevos reyes, que temerán sus obras y palabras. Y los conducirá hasta la victoria”. Mi corazón no conoce la duda: el cacique caerá.
Creo que el viejo mencionó ciertas tribus en el valle. ¿Serán ellas Su instrumento?
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Pese al convencimiento de que todo cuanto hacemos cumple con Su voluntad, la turbación ha hecho su nido en mi pecho. Hemos otorgado un ejército al Arcángel pero cuán miser---
¡Necio! ¿Quién soy yo para poner en duda Sus designios? ¡Reprime ese intempestivo pensamiento y no te atrevas a intentar comprender con tu limitado intelecto la vastedad de su planificación!
“Aunque atraviese senderos oscuros nada temo, pues Sus alas me envuelven”.
La bestia está muerta ahora, y yo debo descansar. La Divinidad me dio elocuencia en la negociación y coraje en la batalla. Me alegra haber servido a Sus propósitos. Es todo cuanto necesito.
“Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que Yo soy el Señor, cuando diere Mi venganza en ellos”.
Pronto hablaremos de nuevo con los pieles-verdes y conoceremos el destino que se les tiene reservado.
Mis compañeros mostraron valor.
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