Bitácora del Libertad

Tercer día desde la Tormenta:

Toda la tripulación ha sido despedida en Guncai, allí cada uno ha recibido lo que se le debía y he puesto rumbo yo solo hacia la isla que me enseñó el arcángel. No queda nada de oro en la reserva. Hay que tener cuidado, no se debería navegar hacia [..], hay deudas allí.

Mediodía: Nada que reportar. No se han avistado barcos ni animales marinos grandes. El viento es favorable durante todo el trayecto. No hay que cambiar las velas ni alterar el rumbo.

Cuarto día desde la Tormenta:

La noche ha pasado sin problemas también. De hecho he podido dormir más de cinco horas seguidas sin apenas preocuparme por el barco.

He llegado a la isla del Arcángel, parece no haber más que indios y sacerdotes. He llegado el ultimo a la asamblea, la que por lo visto, el único Dios con poderes útiles, organizó sin nosotros. No he sido el único elegido por el Arcángel, sino que también hay un niño mono, el cual no deja de escribir en una especie de diario, y una drow, la que gracias a Dios sabe bien defenderse. También resulta que falta alguien al que tenemos que buscar. No sería importante si no fuese que uno de los regalos que nos han hecho (olvidé mencionar que hubo regalos) fue un cofre que solo puede ser abierto con los colgantes que también nos han regalado a cada uno. El ultimo de ellos lo tiene un puñetero niño del cual me habría librado ya si no fuese por que mis compañeros parecen tenerlo en estima.
He recibido mi nueva tripulación: Nativos borrachos e ineptos a los que tendré que poner firme en cuanto zarpemos y un caballero idiota que no sabe con quien habla cuando trata conmigo. Carlash, se llama, es una especie de contramaestre, aunque no va a estar mucho con nosotros.

Noche: Antes de zarpar fuimos al pueblo vecino a recoger el cofre con más regalos del Arcángel. Por el camino, y por mera casualidad, encontramos unos restos de un asalto. Mis “bravos” y nada prudentes compañeros me instaron a ir con ellos. Resumiendo mucho: básicamente derrotamos en combate a unos kobolds y un orco (al cual, por cierto, los muy cerdos me lo dejaron a mi) y saqueamos el campamento, en el que estaba nuestro regalo de “elegidos de los dioses”.
(Anotado más abajo) Después de eso he estado dando vueltas como un imbécil por esta maldita isla. Resulta que el puñetero niño tiene el emblema necesario para abrir el cofre y, pese a haberlo buscado toda la noche, no lo he encontrado

(Añadido al pié) Nota para el futuro: Mis compañeros derrotaron a los kobolds mientras yo me divertía con el orco. Convendría analizar sus aptitudes.

Quinto día desde la Tormenta:

He raptado al niño y lo he metido en mi barco. No creo que nadie lo eche de menos. Se ha pasado todo el día metiéndole mano a la drow, creo que si sigue así conseguirá que ella también quiera matarlo.
La tripulación ha sido amedrentada y ha empezado a trabajar con normalidad. Por lo que respecta al “nobilísimo” Carlash, se dedica a beber, dormir y dedicar poemas a la drow, no es una amenaza.
Hemos zarpado hacia Trantanos (nuestro destino) sin retraso alguno.

Noche: Todo en orden, mantenemos el rumbo y la tripulación aprende rápido.

Sexto día desde la tormenta:

La tripulación se encuentra insatisfecha por algo. Parece asustada, pero no dice por qué.

Séptimo día desde la Tormenta:

Por primera vez he hablado con el niño. Me ha dicho su nombre pero la verdad es que no le he prestado atención. Ha dicho que “El ultimo elegido aparecerá con la mirada de fuego y la cara de un cadáver”. Si las cosas se ponen muy chungas le robaré el colgante mientras muere duerme.

Octavo día desde la Tormenta:

Hoy un remero se ha negado a hacerme caso. Este debe ser el tripulante que asustaba a los demás. Dado que no tiene ni puñetera idea de nada de lo que le ordeno está bastante claro que es un polizón. No me preocupa que viajen polizones conmigo, pero quiero saber que es lo que trama. Esta tarde vamos a interrogarle.

[Cont.]
El polizón resultó ser el ultimo miembro elegido por El Arcángel. Es un nativo de las islas llamado Joisant creo. Hemos abierto el cofre con los tesoros y gracias a eso he conseguido una daga cuya hoja es oculta y un colgante con forma de reloj de arena, la verdad es que no se que poder puede tener.

Noveno día desde la Tormenta.

Hemos visto tierra, en dos días llegaremos a puerto.
Ha habido también un conflicto con el contramaestre, me llevaré el diario de bitácora al desembarcar para evitar que tengan rumbo posible a donde ir.
PD: El nombre del nativo es Xhoi Shaan.
Décimo día desde la Tormenta.

Mantenemos el rumbo. Hoy Carlash ni siquiera se ha molestado en subir a cubierta. Debería dejar de preocuparme por el, sería incapaz de dirigir un barco.

Onceavo Décimo primer día desde la Tormenta. Día Once.

Hemos llegado a el Puerto de las Sonrisas Tristes de Trántanos. He conseguido agenciarme gratuitamente una botella de vino sin desenfundar, me voy superando cada día.
Carlash, a quien he tenido que dejar a cargo del barco, nos ha presentado a un pariente suyo un tal viejo Harrison.

Harrison nos ha pedido que recuperemos para el Arcángel el yelmo de un antiguo héroe glacio, que esta encerrado en la torre de las Ánimas, que para llegar a ella necesitamos el báculo del emperador, que lo tiene Gargamel IV, que... bueno alguien cuyo nombre no recuerdo quiere derrocarlo para ser emperador, que necesita un ejercito... Y AHÍ entramos nosotros.
Para ganarnos su favor Harrison nos ha pedido que convenzamos a las tribus del valle para que ofrezcan su ayuda militar contra Gargamel. Están la tribu de Ojo-tuerto y Hacedor-de-Colinas y primero visitaremos la de Ojo-tuerto.

Nota: Debo investigar este nombre, Gargamel IV, estoy seguro que saquee algún barco suyo. Si recuerdo ese nombre es porque hay alguna anécdota divertida, como la de los sombreros.

Hemos encontrado al Ojo-tuerto y ha resultado ser un cacique goblin venido a menos. Nos han pedido que acabemos con un “devorador” que tienen atrapado en una especie de arena de torneos metálica. No tardaremos mucho si lo hacemos bien.

Día 13.

Esta bien, admito que me equivoqué.
Recuerdo que entramos a pelear contra aquel enorme oso (porque era un oso) y nada más acercarme me golpeo con una zarpa enorme. Cambie de estrategia y escale la enorme jaula del Devorador y tras cortar las cuerdas que sujetaban la puerta de la jaula, salté hacia la misma haciendo que se precipitase sobre la enorme bestia (cosa de la que por cierto estoy muy orgulloso).
Aprovechando que estaba atrapado me movilicé hasta en frente de la bestia y en cuanto esta se liberó vino corriendo hacia mi y yo dispare mi pistola entre sus ojos. A partir de ahí no recuerdo nada. Desperté a los dos día en una pequeña choza goblin, allí me enteré que derrotamos a la bestia, que los goblins nos apoyan y que fue Mitra, la drow, la que dio el golpe de gracia a la bestia. Eso ultimo no me convence demasiado.
Yo seguiré pensando que la bala entre los ojos fue la que me salvó de morir.